Hacia el mar
HACIA EL MAR
Ahora que vuelve la paz
y las margaritas bajo un cielo
que promete lluvia, hemos de explorar,
mano a mano como un juego
para curar las heridas de la historia,
las veredas del romero,
que van de la sangre a los acantilados.
Somos la resaca
de una esperanza, sólo un nombre
o quizá una vieja sombra;
por eso nunca llegamos, ni siquiera,
a la sobremesa del Edén.
Sin embargo, continuamos,
porque la existencia nos permite
un sueño detrás de otro
Ahora que ya conocemos
la palabra de los ángeles deformes
y el producto de una tierra
donde, en lugar del roble colectivo,
crecieron naufragios y fusiles,
hemos de volver siguiendo el pulso verde,
por la ruta de gaviotas.
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