CÓMPLICES Apenas conservamos tiempo para mirarnos a la cara y dibujar después una sonrisa que embellezca la tiranía de las formas. Sin embargo, tal vez por nacer más tarde de la cuenta, cronometramos nuestros pasos para llegar puntuales a los trucos y al rojo horizontal de los semáforos. El agua verde de las fuentes se remansa en los ojos del ocaso y entre los muslos de Afrodita; mas nosotros preferimos asociarnos con la fugacidad de los espejos para beber, de un solo trago, nuestra idolatría. Cuando no basta, hacemos el amor mirando los relojes, y, por unos minutos, vivimos como ángeles efímeros. De todo somos cómplices, incluso, de secuestrar el viento, de viajar como polizones en este buque sin xestante para que, en noches del futuro, podamos competir con las estrellas.